El proyecto del código de barras genético nació en Canadá en 2003 cuando Paul Hebert, científico del Instituto de Biodiversidad de Ontario, en la Universidad de Guelph, descubrió una pequeña porción de un gen que funciona como un identificador de animales y plantas casi infalible. La secuencia está presente en todas las células y muestra variaciones relacionadas con su recorrido evolutivo. Desde entonces, el proyecto ha acaparado códigos a una velocidad vertiginosa. Si en 2007 su base de datos atesoraba 31 mil especies, ahora tiene más del doble, gracias en parte a la colaboración de 170 instituciones científicas en más de 50 países. Su objetivo es alcanzar el medio millón en cinco años. Su creador aspira a tener en 2025 el código de todas las especies conocidas, unos cinco millones.
Esta herramienta jugará un papel fundamental en campos tan dispares como el estudio de la biodiversidad, la lucha contra las enfermedades o el contrabando de especies protegidas o no permitidas. Además, el código de barras tendrá muchas aplicaciones en el análisis de alimentos. "Científicos expertos en biodiversidad están usando esta técnica genética para desentrañar misterios, de modo muy similar al que los detectives usan para resolver crímenes", declaró Schindel, secretario ejecutivo del Consorcio del Código de Barra de la Vida (CBOL, por sus siglas en inglés)
Esta herramienta jugará un papel fundamental en campos tan dispares como el estudio de la biodiversidad, la lucha contra las enfermedades o el contrabando de especies protegidas o no permitidas. Además, el código de barras tendrá muchas aplicaciones en el análisis de alimentos. "Científicos expertos en biodiversidad están usando esta técnica genética para desentrañar misterios, de modo muy similar al que los detectives usan para resolver crímenes", declaró Schindel, secretario ejecutivo del Consorcio del Código de Barra de la Vida (CBOL, por sus siglas en inglés)
Poder descifrar cierta porción de un gen que funciona como identificador de animales y plantas será muy útil para tener un registro de la vasta biodiversidad, cómo se relacionan los seres vivos y aprender sobre comportamientos desconocidos de ciertas especies.
Esta aplicación del código de barras del ADN para descubrir las complejas dinámicas de la naturaleza constituye todo un nuevo campo de investigación, que puede tener importantes consecuencias en materia de conservación y puede ayudar a trazar mapas de la distribución de cada especie.Otro importante empleo es la distinción de las diferentes especies de mosquitos implicadas en la transmisión de enfermedades como la malaria, un arduo trabajo llevado a cabo por los taxonomistas de mosquitos y al que el código de barras genético puede ayudar mucho.
Esta aplicación del código de barras del ADN para descubrir las complejas dinámicas de la naturaleza constituye todo un nuevo campo de investigación, que puede tener importantes consecuencias en materia de conservación y puede ayudar a trazar mapas de la distribución de cada especie.Otro importante empleo es la distinción de las diferentes especies de mosquitos implicadas en la transmisión de enfermedades como la malaria, un arduo trabajo llevado a cabo por los taxonomistas de mosquitos y al que el código de barras genético puede ayudar mucho.
Por lo visto esto recién empieza y con esta nueva herramienta se abre un abanico de posibilidades y oportunidades…esperemos que sea la ética la principal premisa en la utilización e implementación del código de barras biológico. Porque la ciencia es neutral, no es ni buena ni mala, son los hombres quienes la instrumentalizan para el bien o el mal. Son quienes ejercen el poder los que deciden para qué utilizarán el saber y los productos generados por los científicos. Como dicen Gregorio Klimovsky o Enrique Marí: la ciencia es un martillo que puede ser utilizado por quien lo posee para construir un mueble o para matar a alguien, pero el martillo en sí, así como quién lo construyó, nada tiene que ver con el uso perverso que pudiera dársele.